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martes, 17 de diciembre de 2013

ORIGEN Y SIGNIFICADO DEL CAGANER

El “caganer” no aparece de una manera exclusiva en los belenes, sino que también se presenta en otras formas de la imaginaría popular. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, época de preponderancia de los gremios, lo encontramos con motivo de las llamados "azulejos de oficios”.  Existen también romances del siglo XIX, en catalán y castellano, que glosan al personaje del “caganer” y las acciones biológicas que escenifica. Es posible que la incorporación del “caganer”  al belén tuviese lugar durante el período del barroco –al final del siglo XVIII- movimiento que se caracterizaba por el extremado realismo que vertió, sobre todo, en las naturalezas muertas  y en las escenas costumbristas, todas ellas muy relacionadas con la descripción de la vida del pueblo. Fue entonces cuando las condiciones de trabajo y las escenas domésticas y al aire libre se tuvieron en cuenta como temática artística. De esta manera, se dignificaban aspectos de la realidad cotidiana que, hasta ese momento  se habían menospreciado.
Dentro del impulso barroco y de acercamiento costumbrista a la realidad, el “caganer” alcanza todo su significado, crudo, irónico y escatológico a la vez, consecuente con la condición humana y con las servidumbres de su naturaleza. Se trata de una figura muy adecuada y totalmente identificada con el medio rural del que procede.


POSIBLE SIGNIFICADO:

“Figura obligada de los belenes ochocentistas,  ya que la gente decía que con su deposición abonaba la tierra del belén, que se transformaba en fecunda y aseguraba el belén para el  siguiente año  y con él la salud y la tranquilidad de cuerpo y alma que son necesarias para hacer el belén, con el gozo y la alegría que comporta la Navidad cerca de la chimenea. Colocar esta figurilla en el belén traía suerte y alegría y no hacerlo comportaba desventura”. Joan Amades

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