El “caganer” no aparece de una manera exclusiva en los belenes, sino que también se presenta en otras formas de la imaginaría popular. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, época de preponderancia de los gremios, lo encontramos con motivo de las llamados "azulejos de oficios”. Existen también romances del siglo XIX, en catalán y castellano, que glosan al personaje del “caganer” y las acciones biológicas que escenifica. Es posible que la incorporación del “caganer” al belén tuviese lugar durante el período del barroco –al final del siglo XVIII- movimiento que se caracterizaba por el extremado realismo que vertió, sobre todo, en las naturalezas muertas y en las escenas costumbristas, todas ellas muy relacionadas con la descripción de la vida del pueblo. Fue entonces cuando las condiciones de trabajo y las escenas domésticas y al aire libre se tuvieron en cuenta como temática artística. De esta manera, se dignificaban aspectos de la realidad cotidiana que, hasta ese momento se habían menospreciado.
Dentro del impulso barroco y de acercamiento costumbrista a la realidad, el “caganer” alcanza todo su significado, crudo, irónico y escatológico a la vez, consecuente con la condición humana y con las servidumbres de su naturaleza. Se trata de una figura muy adecuada y totalmente identificada con el medio rural del que procede.
POSIBLE SIGNIFICADO:
“Figura obligada de los belenes ochocentistas, ya que la gente decía que con su deposición abonaba la tierra del belén, que se transformaba en fecunda y aseguraba el belén para el siguiente año y con él la salud y la tranquilidad de cuerpo y alma que son necesarias para hacer el belén, con el gozo y la alegría que comporta la Navidad cerca de la chimenea. Colocar esta figurilla en el belén traía suerte y alegría y no hacerlo comportaba desventura”.
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martes, 17 de diciembre de 2013
ORIGEN Y SIGNIFICADO DEL CAGANER
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